Publicado por Néstor Méndez Saldaña El Día lunes, 29 de julio de 2013


Cuando se habla de qué elementos son esenciales en los servicios, programas y ministerios es muy fácil dejar de lado lo más importante. Nos encanta hablar de tecnología y media, damos alta prioridad a los métodos e incluso al mensaje.

Creo que sí debemos disfrutar la implementación de todas esas “cosas” en nuestra congregación. Pero una cosa que no debemos olvidar es la GENTE. Las personas son cruciales en la vida y el impacto de su iglesia.

Como líderes de alabanza, es crucial estar pendientes de una conexión. Es importante conectárnos con Dios y conectárnos con la gente. De hecho creo que entendemos cuál es la función básica de la iglesia: ama a Dios y ama a la gente.

Pero vayamos al punto. ¿Qué tan frecuente pensamos en crear espacios en el tiempo de ministración para conectárnos con Dios y la gente? ¿Oramos y hacemos estrategias para lograr realmente una conexión?

Pregunto lo siguiente, ¿como líder de alabanza es mi trabajo hacer que levanten las manos, que brinquen, que lloren, que salgan los fluídos de la nariz (si sabe a qué me refiero)? No, nuestro trabajo como directores de alabanza es crear un diálogo entre la gente y Dios, una conexión. Ahora, ¿cómo logro eso?, que bueno que me preguntó. Ya hemos escuchado que alabanza y adoración es un estilo de vida pero iré un poquito más allá, alabanza y adoración es 24/7. La manera en que tratas a las personas, a tu esposa, familia. Como respondes cuando estás en situaciones difíciles, cuando tu pastor o líder te dice algo que no te gustó, todo esto y más es alabanza y adoración, osea no es lo que cantas o tocas sino lo que ERES.

¿Cómo creamos esa conexión como equipo?


Enseñe a los miembros del equipo que no son el equipo “elite” de la iglesia. No somos “los especiales” porque tenemos guitarras y micrófonos inalámbricos. Aunque no seamos el equipo oficial de bienvenida les aconsejo que se tomen un tiempo para saludar a las personas, pregúnteles su nombre, de dónde vienen y cosas así. Además de eso, traten de iniciar conversaciones significativas con las personas que han conocido antes. No hay nada mejor que llegar a una nueva iglesia por primera vez, hablar con una persona que le da la bienvenida, y luego cuando la música comienza te das cuenta de que ese tipo que le dio la bienvenida es el mismo que está adelante ministrando. Se crea una conexión instantánea.

Hable con su gente. No les hable como a una multitud de gente sin nombre. Dedíquese a conocer a la gente, preséntese, esto hará que usted vea a las personas como individuos que vienen a exaltar el Nombre de Dios.

Ahora, ya sé que realísticamente es poco probable que se aprenda el nombre de cada miembro de su iglesia, no es eso lo que estoy sugiriendo, pero creo que al implementar estos consejos dejará de ver a los tiempos de ministración como “tiempos de ministración en masa”, empezará a ver caras de individuos, sus historias y vidas que conforman un coro de muchas voces conectándose con Dios.

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